Page 116 - Trazos y Letras C
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ⵙ  Vamos a leer con mamá y papá.

                                  “Ricitos de Oro”






        Érase una vez una tarde, se fue Ricitos de Oro al bosque y se puso a
        coger flores. Cerca de allí, había una cabaña muy bonita, y como

        Ricitos de Oro era una niña muy curiosa, se acercó paso a paso hasta

        la puerta de la      casita. Y empujó.

        La puerta estaba abierta. Y vio una mesa.

        Encima de la mesa había tres tazones con leche y miel. Uno, era
        grande; otro, mediano; y otro, pequeño. Ricitos de Oro tenía hambre,

        y probó la leche del tazón mayor. ¡Uf! ¡Está muy caliente!


        Luego, probó del tazón mediano. ¡Uf! ¡Está muy caliente!

        Después, probó del tazón pequeñito, y le supo tan rica que se la

        tomó toda, toda.

        Había también en la casita tres sillas azules: una silla era

        grande, otra silla era mediana, y otra silla era pequeñita.

        Ricitos de Oro fue a sentarse en la silla grande, pero esta era muy
        alta. Luego, fue a sentarse en la silla mediana. Pero era muy

        ancha.

        Entonces, se sentó en la silla pequeña, pero se dejó caer con tanta

        fuerza, que la rompió.



        Entró en un cuarto que tenía tres camas. Una, era grande; otra,

        era mediana; y otra,
        pequeña.

        La niña se acostó en
        la cama grande,  pero
        la encontró  muy dura.

        Luego, se acostó en la
        cama mediana, pero
        también             le      pareció

        dura.
        Después, se acostó, en
        la cama pequeña. Y



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